El Xilófono

Bueno, bueno, malo... uno regresa con ganas de bronca tras días de silencio. "Tras una "pasión" empieza otra" que diría una loncha de jamón serrano en viernes de cuaresma. Tras el baño de multitudes y "pasos" (de Semana Santa) al que me he sometido me dispongo a colaborar con la fiesta mediante un nuevo término, el del título de este post.

Con los años los conocimientos se añaden a la experiencia y se conjugan para crear una razón de análisis y perspectiva. Yo, como hijo de madre andaluza, he recibido desde la más pronta de mis juventudes un constante baño de cultura popular y costumbrismo nacional durante la semana que una vez al año se hace Santa. Durante la infancia observé, en la adolescencia analicé y ahora, en la más plena juventud, decido comenzar a concluir parte de mis observaciones y mis posteriores análisis.

El niño, como elemento individual, forma parte de un proceso circular en el que de lo que "se come se cría" y de lo que "se ve se padece". Así en mi pueblo, Úbeda, es fácil descubrir como estos forman parte activa de todos y cada uno de los actos que acontencen durante la semana que justo hoy termina.

Es lógico que los padres quieran convertir a sus hijos en partes constituyentes de un todo mucho más grande, aunque no sea muy partidario de lo que la Iglesia representa y de cómo esta lo representa, entiendo y me alegro de que la cultura española y sus costumbres más antiguas se mantengan y cumplan años una y otra vez con vigor, poderío y todo lo demás.

Escribo todo esto porque creo que un pueblo es su cultura y sus costumbres, que tan bello es ver sacar al santo en mi pueblo como la mona de Pascua en Cataluña, Valencia o Murcia (a veces pienso que me "duele" Cataluña de tanto que se polemiza con ella). La cultura, las costumbres, forman una constante, el tiempo vivido y compartido entre gentes que pensando muy diferente son capaces de pasar un buen rato recordando con sus actos a los que una vez decidieron comenzar todo. Unir mediante pequeñas costuras a unas "gentes" con otras.

Yo no soy católico practicante ni comparto las opiniones de la Iglesia en un amplio abanico de temas (de hecho el abanico de temas que no comparto, en el caso de que existiera como elemento forme, es decir, como abanico real, si se moviera generaría al desplazar el aire que lo rodea un huracán de increíble magnitud) pero disfruto viendo como los "penitentes padres" salen a pasear acompañados por sus hijos, que junto a una gran bolsa de gusanitos comparten una tradición que aunque no entienden comienza a ser suya.

Uno mira a los ojos de los "minitentes" y no encuentra problema alguno, en su cabecita los problemas son dos de pipas y un montón de cosas que no necesitan entender para que puedan ser compartidas.

Que compartir es mucho más grande que llegar a entenderlo todo.