La palabra en la boca, la velocidad en las manos.

El mago, ilusos todos, es tan rápido que hace que la magia sea posible entre paredes de roca dura y muros de cristal limpio y transparente. El mago nos engaña con trucos que sabemos imposibles pero que vemos y no entendemos ni en parte ni, por supuesto, en su totalidad. Nos dejamos llevar a un lugar tranquilo en el que las manos rápidas hacen dudar a los ojos lentos.
En este caso el mago es un demonio de camiseta blanca y ojos rasgados, de sonrisa orgullosa y mente tan lenta como el tiempo que tarda uno en pensar que ya es viejo.
Rubik nos hizo un regalo que pisa papeles o sujeta libros, que mezcla con seis colores múltiples intentos de solucionar un problema que termina y empieza con cada nuevo movimiento... parece que entre las manos el engaño es más grande que la posible forma de posibilitar su solución.
Pensemos que estamos ante un gran cubo de múltiples colores, problema que puede ser solucionado por un mago que tiene en sus manos la velocidad que otros quisieran para sus ojos, o incluso, para sus coches.
En este caso el mago es un demonio de camiseta blanca y ojos rasgados, de sonrisa orgullosa y mente tan lenta como el tiempo que tarda uno en pensar que ya es viejo.
Rubik nos hizo un regalo que pisa papeles o sujeta libros, que mezcla con seis colores múltiples intentos de solucionar un problema que termina y empieza con cada nuevo movimiento... parece que entre las manos el engaño es más grande que la posible forma de posibilitar su solución.
Pensemos que estamos ante un gran cubo de múltiples colores, problema que puede ser solucionado por un mago que tiene en sus manos la velocidad que otros quisieran para sus ojos, o incluso, para sus coches.
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